Fronesis se sonrió. Sintió el agrado de la alusión. –Nuestra comida forma parte de nuestra imagen –le contestó–. No sé si lo que voy a decir es un exceso de generalización, pero discúlpenos como una majadería de desterrado. La mayoría de los pueblos al comer, sobre todo los europeos, parece que fuerzan o exageran una división entre el hombre y la naturaleza, pero el cubano parece que al comer incorpora la naturaleza. Parece que incorpora las frutas y las viandas, los peces y los mariscos, dentro del bosque. (José Lezama Lima, "Oppiano Licario", 1977).
José Lezama Lima nace en La Habana en 1910. Poco conocido en Europa (lamentablemente, también en España) es, sin embargo, un escritor de referencia de la literatura hispanoamericana y, desde luego, uno de los mayores representantes de la literatura cubana del siglo XX, junto con Alejo Carpentier y Guillermo Cabrera Infante, quien hablaba de él en estos términos: «Puedo confesar que leí exactamente diez páginas de Paradiso; la encontré absolutamente impenetrable. Sin embargo, soy un gran lector de la poesía de Lezama; aparece muchas veces citada en "La Habana para un infante difunto", mi novela; de hecho, aparecen versos enteros».
En efecto, la obra de Lezama es mayormente poética y ensayística. Pese a lo cual es Paradiso, su casi única novela*, la que le dio mayor reconocimiento, en buena parte por el patrocinio que le hizo Julio Cortázar. *(Escribió otra titulada Oppiano Licario, segunda parte de la citada).
Paradiso es, en la forma, una prosa con el genoma poético del autor, un torrente verbal barroco y denso que consume el aliento. En el fondo trata la semiautobiografía de José Eugenio Cemí, reflejo del autor, en una Cuba que se debate entre su herencia española y su propia personalidad como nación joven. La mítica-tópica sensualidad cubana perfuma cada párrafo hasta volverse lujuria en las explícitas escenas sexuales (tanto "homo" como "hetero") que le han dado a la obra, en ocasiones, la etiqueta de "pornográfica"; pero no menos lujuriantes que las descripciones gastronómicas, que revelan un alto conocimiento de la culinaria de la isla caribeña, de la importancia cultural de su legado y del secreto placer que esta transmite. (Evidentemente, son estas últimas referencias las que merecen su inclusión en nuestras Gastrofábulas).
De hecho, la novela arranca ya desde el primer capítulo con algunas escenas de cocina, siendo su protagonista todavía un niño, en torno a la figura de Juan Izquierdo, cocinero mulato al servicio de la casa y que afirma que "maneja el estilo de comer de cinco países". Esta escena es, en parte, una metáfora de la sociedad cubana y su mixtura de razas y culturas, tanto en los personajes humanos como en el cocimiento que se prepara:
Notas:
Quimbombó: También llamado ocra o quimbongó, es el fruto de la Abelmoschus esculentus, una verdura muy empleada en alimentación en Asía, África y América. Al cocerla desprende un jugo mucilaginoso, espeso. Como el cultivo es originario de África, su consumo arraigó rápidamente entre los esclavos negros llevados a Cuba (ver enlaces al final del artículo). Camarones chinos: Sicyonia typica, crustáceo parecido a la quisquilla. Probablemente su denominación sea por su talla (desde luego no provienen de China), menor que la de los "camarones frescos", que alcanzan los 15 cm o más. Bolas de plátano: Un recurso muy usual de la cocina caribe y centroamericana es reducir a puré la pulpa de plátano y hacer con esta masa bolas que luego se hierven o se fríen como croquetas, aceptando también un relleno. Pueden consumirse directamente o en sopa. Receta de quimbombó con bolas de plátano y pollo, 1956
Ajíaco: Tal vez el plato más emblemático de la cocina cubana, si bien su denominación es común a otras recetas repartidas por toda Hispanoamérica, ya que su base es el ají o pimiento. Tal vez sea un cruce entre un plato precolombino y el cocido o puchero castellano. Es un olla con diversas carnes (pollo o gallina, res o tasajo, cerdo) y las "viandas", especies ricas en carbohidratos: malanga (ñame), yuca, batata, plátano, maíz, papa, calabaza... Al final se puede añadir un sofrito de ajo, cebolla, pimiento y tomate.
Pero donde más se gloría la infancia de José Cerní es en la receta de la natilla de su Abuela (citada en mayúscula, como si fuera un cargo oficial más que un parentesco). La descripción del postre y el minucioso cuidado en su preparación y exigencia de ingredientes revela una experiencia personal y golosa, común a todos los niños que han tenido el privilegio de una abuela o madre repostera:
Notas: Vainilla: Se refiere, como se deduce, a esencia de vainilla. La vainilla en fruto era cara y mucho más apreciada en Europa; la dificultad para su conserva hizo que se prefiriera por comodidad las esencias cuyas técnicas de producción se desarrollaron en el siglo XIX. Julio Rosignon, en 1859, lo contaba así: «Nadie es profeta en su tierra» dice el adagio español. Puede aplicarse a la vainilla que no tiene estimación, sino por excepción, en la América española, donde la canela de las Indias orientales tiene la preponderancia entre los aromas y se emplea casi exclusivamente en la preparación del chocolate, de los dulces, frescos, confites, etc. Todo lo contrario sucede con la vainilla en Europa y particularmente en Francia donde se paga mejor.
Aunque, sin duda, el principal monumento gastronómico de la obra de Lezama es la escena del almuerzo familiar que ha llegado a constituir un pasaje de referencia conocido como "el almuerzo lezamiano" (o "cena lezamiana"), sirviendo como fuente de inspiración a otros autores. En ella se nos presenta a la abuela Doña Augusta como una cocinera creativa, imaginativa e interesada en comunicar a través de sus platos algo más que los simples sabores, pero con las raíces netas de la cocina e ingredientes de su entorno cultural, adelantándose a las corrientes culinarias de hoy. Además del menú excepcional, completo y correctísimo en orden y combinación, el resto de los detalles, desde el mantel y la vajilla hasta las conversaciones dispares y distendidas, evocan una experiencia gastronómica y festiva completa:
Notas: Sopa de plátanos: la sopa de plátanos verdes (o plátanos de freír) es un potaje hecho con plátanos hervidos o fritos, tradicional de Cuba. He encontrado una receta muy simple de 1925, pero la versión más habitual incluye varios ingredientes más que añaden sabores y aromas: cebolla, ajo, hierbas, caldo, limón. Tapioca: almidón de yuca en sémola, empleado para engordar y espesar caldos. Al no ser soluble queda en el caldo como pequeñas bolitas gelatinosas que son divertidas para los pequeños comensales. Rositas de maíz: son "palomitas de maíz". Podría pensarse que en realidad no es posible añadirlas a una sopa, pues se disolverían; sin embargo el autor refiere la sopa como "cuajada", en parte con el añadido de la tapioca, por lo que, echadas justo antes de servir podrían llegar a la mesa aceptablemente íntegras. Soufflé de mariscos: A juzgar por la descripción, es un canónico soufflé o pastel de marisco, realizado probablemente con una crema bechamel mezclada con trozos de marisco y pescados, nata y claras batidas a punto de nieve y llevada al horno para que esponje. Emperador: Seguramente refiere al Luvarus imperialis, por la comparación con el pargo, y no al pez espada que ocasionalmente recibe también el nombre de "emperador". Espárragos de Lubeck: La ciudad alemana de Lübeck es famosa por sus espárragos. En este caso se refiere a una denominación genérica para espárragos en conserva, ya que desde mediados del siglo XIX existe una industria conservera de espárragos en esta ciudad. Pavón: Aunque se denomina así a veces al pavo real, el resto de las alusiones apuntan a que habla de un pavo americano doméstico común, empleándose el aumentativo para resaltar que se trata de un animal macho adulto y de buen tamaño. Zopilote: ave carroñera americana. Evidentemente no es comestible, como se lee a continuación. Guajolote: Nombre dado al pavo doméstico en México. Ruiseñor de Pekín: se refiere a un cuento de H.C.Andersen.
En la famosa película cubana "Fresa y Chocolate" recrean una cena lezamiana, previa a una noche de sexo para el protagonista.
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