«Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que
se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de
sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negros. […] Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas,
mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina
gotita de miel...» (J.R. Jiménez, Platero y yo, 1914)
Juan Ramón Jiménez, nacido en Moguer, provincia de Huelva,
en 1881, premio nobel de literatura en 1956, es uno de los poetas en español más
conocidos. Aunque su obra más difundida, “Platero y yo”, está escrita en prosa, pero
dotada de una lírica que consigue fusionar ambos estilos.
Se cumple este año el centenario de la primera edición de Platero y yo. Edición dirigida al público infantil que, sin embargo, no gustó mucho al autor; y tres años más
tarde por fin vio la luz en versión completa, corregida y extensamente aumentada.
Esto no ha sido óbice para que el Ayuntamiento de Moguer, su
patria chica y escenario único de las
andanzas de burro y poeta, haya decretado el presente como “Año de Platero”,
incluyendo entre los fastos la publicación de un recetario, obra de los
cocineros de "Tu otra cocina", Diego Blanco y Jorge Estepa (este último natural de Moguer) titulado “La cocina
de Platero”, que los visitantes a la oficina de turismo de Moguer pueden
adquirir por un simple donativo solidario.
En realidad, la gastronomía está presente en Platero y yo
solo en forma de algunos productos primarios del entorno de Moguer: el pan
recién horneado, el vino que lo inunda todo, las frutas recogidas del árbol, el
pescado que viene del puerto («Se
oye, arriba, el vocerío mudable de la plaza del Pescado, donde los vendedores
que acaban de llegar de la Ribera exaltan sus asedías (sic), sus salmonetes, sus
brecas, sus mojarras, sus bocas»), pero no describe ni nombra las recetas sabias que los
onubenses preparan con ellos. No era Juan Ramón Jiménez un apasionado de la
mesa lujuriante ni mucho menos; incluso a veces parece que su relación con el
alimento se limitaba a la necesaria para la supervivencia («La comida y bebida
que ignoro me dan, más que la que tengo, hartazgo y náusea...», Ideolojía).
Pese a lo cual, y tomando este centenario como excusa, vienen
aquí hoy las páginas de su obra que
mejor satisfacen al propósito de este blog y en las cuales, si bien la materia
no es tan elaborada como para satisfacer el estómago exigente, la lírica,
alimento del alma, lo suple sobradamente.
Nota: el escudo del municipio de Moguer no contiene ninguna
granada; Juan Ramón debió tomar la referencia del de las hermandades vinculadas
a la parroquia de Nuestra Señora de la Granada, uno de los emblemas
arquitectónicos del pueblo.
Notas:
En la calle Nueva (hoy calle Juan Ramón Jiménez) tenía su residencia la familia de Juan Ramón Jiménez. Una perra gorda: moneda de diez céntimos de peseta. Los piñones se tostaban con su cáscara, tal como se
hace con los cacahuetes, las semillas de girasol o los pistachos. Haciéndolo
así, la dura cápsula se vuelve quebradiza y son fáciles de abrir.
Notas: Igual que un pan de trigo: la imagen figura al pueblo de
Moguer, pintadas sus casas de blanco (miga) como es común en Andalucía, rodeada
de los campos de secano donde prevalecen los amarillos (corteza). Aceite: El pan con aceite de oliva es uno de los desayunos (o meriendas) más usuales en Andalucía. Para dar sabor al beso: se refiere al dicho “uvas, pan y
queso saben a beso”. Pan de cuarterones: el rajado antes de cocer para formar
cuarterones de crujiente corteza.
Notas:
Ciertamente el alma de Moguer es el vino, mucho más que el
pan, y desde luego fue su motor económico hasta que la filoxera y otros avatares históricos desplazaron la industria vitivinícola a la cercana Bollullos Par del Condado. Bien lo debía saber Juan Ramón pues su padre
era comerciante de estos caldos y, durante su exilio en EE.UU., unas botellas de vino
de Moguer era el presente que más le agradaba.
Famosos ya desde el siglo XVIII, Moguer compitió con Jerez
en la exportación de vinos de solera andaluces. En el diario de sesiones de las
Cortes, de 11 de octubre de 1821 se afirmaba que "solo la cosecha de vino
de Moguer es tan abundante, que cada año pasa de 300.000 arrobas...".
Hoy encuadrados dentro de la D.O. Condado de Huelva, son
vinos blancos producidos principalmente a partir de la variedad de uva “zalema”,
destacando también una importante producción de vinos generosos (más de 15º de
graduación alcohólica) y una variedad muy particular: el vino naranja, que añade alcohol
donde se ha macerado la corteza del cítrico, también con D.O. propia para vinos
aromatizados. (De alguna edición del Platero –que no he podido documentar- se
cita este fragmento así: «Llegado setiembre, si el diablo no agua la fiesta, se
colma esta copa, hasta el borde, de vino naranja…»).
Textos extraídos de la versión completa de 1917, edición "El libro de bolsillo" de Alianza Editorial, 1997, Isbn: 84-206-3405-5
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