Cada paso que se avanzaba en la subida, se adelantaba también en el progreso de las artes del paladar; a los puestos ambulantes de buñuelos habían sucedido las excitantes pasas, higos y garbanzos tostados; luego los roscones de pan duro y los frasquetes alternaban con las tortas y soldados de pasta-flora: más allá los dulces de ramillete y bizcochos empapelados ofrecían una interesante batería, y por último, las fondas entapizadas ostentaban sobre sus entradas los nombres más caros a la gastronomía madrileña, y brindaban en su interior con las apetitosas salsas y suculentos sólidos. ¡Qué espectáculo manducante y animado! Cuáles sobre la verde alfombra formaban espeso círculo en derredor de una gran cazuela en que vertían sendos cantarillos de leche de las Navas sobre una gran cantidad de bollos y roscones; cuáles ostentando un noble jamón lo partían y subdividían con todas las formalidades del derecho. (Mesonero Romanos, La romería de San Isidro, 1832)
Ramón de Mesonero Romanos nació el 19 de julio de 1803 en Madrid, en la calle entonces conocida como "del Olivo" y que hoy lleva el nombre de su ilustre ciudadano, académico de la lengua y cronista oficial de su ciudad natal.
"Cronista" es la palabra que mejor define a este escritor, costumbrista en pleno romanticismo. Bajo la firma de "El curioso parlante" retrató con indisimulada ironía y finísimo detalle el país y el paisanaje de la Villa y Corte madrileñas donde, salvo alguna escapada turística, residió desde su nacimiento hasta el 30 de abril de 1882, día de su muerte, y a la que dedicó no solo su pluma sino también su actividad como concejal.
Tanto es así que no hay título en su obra (casi toda ella recopilaciones de artículos costumbristas) en que no aparezca el nombre de Madrid o el peculiar patronímico "matritense" (y no "madrileño"): El antiguo Madrid, Panorama matritense, Escenas y tipos matritenses, Manual de Madrid e incluso su autobiografía a la que llamó Memorias de un setentón, natural y vecino de Madrid.
De aquellas "Escenas matritenses", me complazco hoy en traer el artículo titulado "El aguinaldo", publicado en diciembre de 1832, a modo de especial navideño de Gastrofábulas, que completa así su primer año de andadura. En él, bajo la excusa de la mirada atónita de un visitante francés, Mesonero Romanos nos describe los excesos gastronómicos en que por estas fiestas incurrían sus coetáneos. Una costumbre que, como sabemos, no es exclusiva de la capital del Reino ni parece haber cedido un ápice en los casi dos siglos que median entre la publicación de la pieza y la fecha en que este blog la recupera para sus lectores.
Lectores a los que agradezco su fidelidad y aprovecho para desearles
Feliz Navidad y un dichoso 2015.
NOTAS: Mr. de Jouy: Victor-Joseph Étienne de Jouy (1764-1846).
Calle y Plaza Mayor de Madrid: Desde al menos el siglo XVIII, la Plaza Mayor madrileña y sus aledaños acogen un bullicioso mercadillo navideño, tanto de alimentos como de enseres y bastimentos propios para las fiestas: adornos, instrumentos musicales, figuritas de belenes, etcétera.
Peralta: el vino de Peralta, Navarra, gozó de gran fama durante los siglos XVIII y XIX y era uno de los artículos navideños más habituales. Pedro Jiménez: o Pedro Ximén (Px) es un vino de pasas tradicional de las zonas de Montilla-Moriles (Córdoba) y Málaga. En la época se le denominaba con frecuencia"vino de Málaga" independientemente de la procedencia geográfica. Manzanilla: Pese a que los vinos de Sanlúcar (Cádiz) tenían ya justa fama, se pusieron "de moda" en Madrid durante el siglo XIX, probablemente debido al goteo de las independencias de las colonias americanas que eran hasta entonces su principal destino, por lo que los comerciantes de vino de esa zona tuvieron que buscar nuevos mercados.
Mazapán de Toledo; En la capital manchega la tradición del mazapán se remonta a la edad media, seguramente bajo la dominación árabe. Las primeras recetas en castellano son ya de 1535 (en la edición toledana del Libro de cocina de Ruperto de Nola, aunque es añadido y no figura en la edición en catalán de 1520). En 1615 se regula su elaboración, exigiendo "almendra de Valencia y azúcar blanco", requisito de calidad que permanece -salvo el origen de las almendras- hasta la actual Denominación de Origen. Tal y como puede observarse en la ilustración (tomada de la edición de 1845), ya la época de Mesonero se elaboraba con la típica forma de anguila en "S".
(Es curiosa la aparición como dulces típicos navideños de especialidades de la repostería árabe, como el mazapán, el turrón o los alfajores, que hasta el siglo XVII no tenían esa marca estacional. Tal vez, precisamente por su alto precio y calidad de gollería, se empezaron a consumir en estas fechas con la excusa del exceso gastronómico, al igual que sucedió más tarde con el champaña).
Cuadros de tocino: Se refiere a que la forma habitual de consumirlo era cortado en dados y frito. En realidad no es tocino sino panceta o tocino entreverado.
Besugo: Este pez era ya entonces, junto al pavo, plato típico de la Nochebuena madrileña. La ironía "vivitos de hoy", en cursiva en el original, refiere a la voz con que los pregonaban los comerciantes aunque, obviamente, no solían ser muy frescos (y de ahí la pestilencia).
Pavo: Ya en 1735, en el sainete "La plaza Mayor por Navidad", Ramón de la Cruz cita la venta en Madrid de pavos específicamente cebados para los fastos navideños que, junto a los capones, eran muy apropiados para dar de comer a un alto número de comensales con una sola pieza. No es por tanto, como algunos creen, costumbre importada y menos aún de EE. UU. (en este último caso lo es para su día de "acción de gracias", a finales de noviembre), sino genuinamente hispana. Las aves se criaban en Galicia y Asturias y se traían caminando en piaras (llamadas "pavadas") cruzando Extremadura por la cañada de la Plata y otras rutas de la Mesta hasta llegar a Madrid.
Arrope: mosto de uva cocido, a veces con añadido de frutas o azúcar, hasta reducir a una consistencia melosa.
Embión o envión: empujón. Charrita: campesina. Habla, por supuesto, de figuritas de belenes, que a la fecha eran de barro moldeado.
Sostener un sitio: quiere decir "resistir un asedio".
Fuente: Escenas matritenses por El curioso parlante, 4ª Edición, 1845, Google Books.
¡Qué regalo de Navidad, Miguel! He andado por algunos caminos en España, no demasiados; pero los suficientes como para sentirme seducido por muchos sitios (San Sebastián, Logroño y la Villa de Igea, Ávila, Sevilla y algunos más). Sin embargo, me ha costado, como diríamos en Buenos Aires, "entrarle" a Madrid... Es cierto que me ha conmovido llegar hasta la Plaza 2 de Mayo en Malasaña y contemplar el Guernica en el Reina Sofía, pero poco más. Siento que estos escritos de Mesonero Romanos me abren una puerta para entenderla en su identidad vital, intentaré no cerrarla... Te mando un afectuoso abrazo, acompañado del deseo de un 2015 colmado de intensa felicidad.
¡Qué regalo de Navidad, Miguel!
ResponderEliminarHe andado por algunos caminos en España, no demasiados; pero los suficientes como para sentirme seducido por muchos sitios (San Sebastián, Logroño y la Villa de Igea, Ávila, Sevilla y algunos más). Sin embargo, me ha costado, como diríamos en Buenos Aires, "entrarle" a Madrid...
Es cierto que me ha conmovido llegar hasta la Plaza 2 de Mayo en Malasaña y contemplar el Guernica en el Reina Sofía, pero poco más.
Siento que estos escritos de Mesonero Romanos me abren una puerta para entenderla en su identidad vital, intentaré no cerrarla...
Te mando un afectuoso abrazo, acompañado del deseo de un 2015 colmado de intensa felicidad.